Es habitual que los clientes pregunten qué deben hacer, si divorciarse o separarse. La respuesta ante tal pregunta varía en función del carácter de la situación que el matrimonio esté atravesando, irrevocable o provisional, así como también de las creencias religiosas de los cónyuges si las tuvieran.
En resumidas cuentas:
El divorcio debe ser solicitado por aquellos cónyuges que quieran poner fin definitivamente a su matrimonio, ya que se trata de un proceso mediante el cual los miembros de la pareja extinguen por completo su unión conyugal.Esta alternativa implica una disolución del matrimonio totalmente irreversibleaun en caso de reconciliación, siendo la única vía legal la de volver a casarse.
La separación judicial es la alternativa adecuada para los esposos que lo que desean es formalizar el cese de la convivencia sin llegar a romper el vínculo matrimonial. Los cónyuges que se separen, a diferencia de aquellos que se divorcien, si se reconciliasen no tendrían que volver a casarse.
IMPORTANTE PUNTUALIZAR QUE AMBAS ALTERNATIVAS CONLLEVAN LOS MISMOS EFECTOS PATRIMONIALES.
Añadir que en el despacho cuando advertimos que las posturas de los clientes no están del todo afianzadas lo que recomendamos es la separación notarial no judicial. Mediante esta opción los cónyuges fijan un plazo durante el cual reflexionan sobre la viabilidad de su matrimonio, y ello habiendo acordado algunas medidas que regulen la economía del matrimonio durante ese periodo, así como también el sistema de custodia de los hijos si los hubiera.